Acné juvenil: la peor pesadilla del adolescente

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Acné juvenil: la peor pesadilla del adolescente

Aunque por lo general esta enfermedad
de la piel no reviste gravedad y puede
controlarse con fármacos y tratamientos
diversos, el acné altera la imagen estética
y puede llegar a generar profundos
malestares psicoemocionales y sociales
en esta etapa tan particular de la vida de
toda persona.

Quien haya tenido acné durante su adolescencia y afirme que esos años
fueron los mejores de su vida, que tire la primera piedra. Aunque siempre
hay excepciones, lo cierto es que en esta etapa de la vida, en la que el
individuo recorre el camino que lo aleja definitivamente de la infancia, el
acné es experimentado con una sensación de fatalismo, contribuyendo
a oscurecer el panorama de inseguridad, confusión y miedos propios de
la época.
De nada sirve explicarle al adolescente que el acné es una afección muy
común, propia de los cambios hormonales que se viven en esta etapa.
Puede describirse como una inflamación de la piel (aunque también existe el
acné no inflamatorio) de características benignas y autolimitadas, provocada
por la obstrucción de los poros y relacionada con el folículo pilosebáceo
de base seborreica, por lo que lógicamente tiende a manifestarse en las
zonas con mayor secreción de sebo de la piel, como el rostro y cuello,
el pecho, los hombros o la espalda. Pero ninguna explicación satisfará al
adolescente que al mirarse al espejo se angustia ante la aparición de los
famosos “granitos” (nombre vulgar para nombrar a pápulas, pústulas, espinillas,
puntos negros, puntos blancos, nódulos). Por tener acné, muchos
adolescentes se recluyen, evitan el contacto social y el acercamiento con
el sexo opuesto, y por regla general tienden a esconderse invadidos por
un intenso sentimiento de vergüenza.
Todo lo cual sería apenas una anécdota, si no fuera porque en muchas
ocasiones el acné genera un comportamiento anómalo, que puede llegar
a manifestarse con problemas de tipo psicológico como depresiones o
fobias sociales, lo que da la pauta de que este tema debe tomarse seriamente
y de que va mucho más allá de un problema estético.
En la farmacia, no es infrecuente recibir consultas por este tema, que para
su resolución requiere un diagnóstico correcto dado por un dermatólogo.
Pero hay mucha información y muchas recomendaciones clave que pueden
efectuarse desde la oficina de farmacia, por lo que es muy interesante el
rol que puede tener el farmacéutico en este tema tan sensible para los
adolescentes.